miércoles, 17 de septiembre de 2008

A PESAR DE LA GRAVE ENFERMEDAD QUE PADECIÓ, SU GRANDEZA DE ALMA FUE LA CARACTERÍSTICA PRINCIPAL DE SU VIDA.

Claudia Patricia y Diego Andrés


Con ocasión de la publicación de un nuevo artículo, también como homenaje póstumo, debo en primer lugar, expresar mis agradecimientos sinceros, a los miles de lectores que han visitado mi blog y que a su vez han impreso los diferentes documentos que de manera permanente se publican, pero particularmente con respecto al último, en donde describo con el más profundo dolor que puede tener el corazón humano, la partida definitiva de mi adorada hija Claudia Patricia Neira Amaya, afectada por un cáncer agresivo denominado sarcoma grado tres. Es de entender que no es fácil atravesar por este camino tortuoso, cuya angustia existencial se manifiesta en todo el accionar de la vida, conllevando a la tristeza y aflicción, que se traduce en interrogantes diversos como aquel que de manera permanente llega a mi mente: ¿por qué a mi hija y además por qué a sus padres, hermanos, esposo e hijo, les ha correspondido tomar de esta copa amarga? y la respuesta me conduce a la penumbra de la desesperanza, lográndome rescatar de ese vacío profundo la diosa Iris, que con sus vientos refrescantes me impulsan a consultar mentes prodigiosas que han pasado por este planeta y que en sus distintos análisis de la vida humana, se preguntaron qué es el hombre?



Federico Guillermo Nietzsche, responde: “el hombre es una enfermedad del hombre”, en la misma dirección el extraordinario filósofo Jean-Paul Sartre, dice: “el hombre es una pasión inútil”, el profesor Debray-Ritzen, afirma que el hombre es “un mono que intenta salir de sí mismo, proposición muy aceptable con tal que no tenga que remontarse de ancestro en ancestro hasta el celacanto”. Para los judeocristianos: “es un ser creado a imagen de Dios que no se parece a nada conocido” y Pascal describe al hombre “como un ser frágil, pero que sabe que va a morir”, complementando esta respuesta el profesor André Frossard, en su libro El Hombre en Preguntas, corrobora diciendo: “lo que le otorga una superioridad sobre el huracán de las fuerzas inconscientes del universo”. La multitud de opiniones parece demostrar que no hay respuesta a esta pregunta.



El naturalista Haekel, en el siglo XIX describe al hombre como descendiente del mono, afirmación que muchos estudiosos ponen en duda, pero que sin embargo los avances en las ciencias particularmente de la biología tiende a confirmar. A propósito de esta afirmación podríamos preguntarnos qué diferencia hay entre el hombre y el chipancé y sorprendentemente debemos responder: solamente un cromosoma.



En ese infinito e inconmensurable océano de estrellas, en donde seguramente existen otros millones de planetas, con habitantes mucho más evolucionados que nosotros, el planeta tierra y los que viajamos por el espacio conocido, somos una insignificancia o mejor una nada, pero a pesar de esto es la única conciencia de esa gota imperceptible en el mar infinito del universo.



En este orden de ideas quiero transcribir un texto del profesor André Frossard, quién resume este interrogante de una manera magistral: “Ahora bien, puesto que Dios no es visible ni comprensible – en el sentido de que nuestra inteligencia pudiera abarcarlo e integrarlo – esa “imagen” y esa “semejanza” se refieren a un ser del que sólo sabemos lo que Él se digne decirnos de sí mismo, de manera que subsiste en nosotros – como en Él – una parte desconocida que probablemente es la mejor; en fin de cuentas, por tanto, puede decirse que el hombre – lo mismo que Dios – es un misterio para el hombre. Todos los errores y todas las locuras ideológicas han consistido siempre en negar esta parte del misterio o en intentar arrancarla de raíz”.



Nuevamente cito a Blaise Pascal que también perdió a su madre a la corta edad de tres años. Escribió en su obra clásica religiosa y filosófica, titulada pensamientos lo siguiente: “El hombre es un ser de contradicciones, que es un ser grandioso y miserable a la vez. La grandeza del hombre proviene de que conoce su miseria. La esencia del hombre para Pascal, es su pensamiento y es lo que lo hace grande y único. El hombre es un ser mortal sometido a las enfermedades, al dolor, sin embargo, en tanto él conoce su condición es grandioso, y esto es posible gracias al pensamiento”.



Por último con respecto al interrogante, debo afirmar que la dimensión espiritual del hombre sobrepasa todas las aristas que sobre este tema se analiza de manera rigurosa y exhaustiva, para comprendernos y evaluarnos, con relación a la significación de nuestra existencia.



Deseo también compartir con ustedes las palabras escritas y pronunciadas por la doctora Claudia Patricia Neira Amaya, en un homenaje que ella le hace a su familia con ocasión de la novena de navidad del año anterior, concretamente el 23 de Diciembre en su apartamento, cuyo texto es de una profunda espiritualidad y su contenido temático lo llevó siempre a convertirlo en su filosofía de vida. Dice así: “Esta noche quiero ofrecer el octavo día de la novena, primero en acción de gracias a Dios, porque Él es mi sanador, porque creo y confío en su poder; porque he experimentado su presencia a través de todas las personas, que durante estos meses han estado en mi vida, animándome y esto me ha dado fuerza y ganas de caminar.



“Esta enfermedad ha sido beneficiosa, porque me ha ayudado a reflexionar y ha sido una ocasión para detener la vida agitada y estresada y porque también es una ocasión para la amistad y para darme cuenta, que a mí alrededor existen muchas personas buenas. He sentido de cerca un rio de oraciones, de mucha solidaridad, que me han ayudado a superar la enfermedad con paz y serenidad.



"Por eso quiero agradecer profundamente a todos ustedes, todas las muestras de cariño, apoyo y solidaridad recibidas en estos duros momentos, gestos que permanecerán siempre en mi memoria”. A continuación leo un texto del sacerdote jesuita Teilharde de Chardin, que dice: “No te inquietes por las dificultades de la vida, por sus altibajos, por sus decepciones, por su porvenir, más o menos sombrío. Quiere lo que Dios quiere, vive feliz, te lo suplico vive en paz, que nada te altere. Haz que brote y conserva siempre sobre tu rostro una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor continuamente te dirige. Cuando te sientas apesadumbrado, triste, adora y confía”.



Quiero también informar a todos los lectores que visitan este espacio de reflexión, que se ha creado la Fundación Social Renacer y Vida, Claudia Patricia Neira Amaya, organización no gubernamental, para resaltar su ejemplo de vida, su pensamiento, su tenacidad, esfuerzo, compromiso, amor y espíritu de solidaridad con todas las personas que a ella recurrían en procura de encontrar un consejo o una ayuda. Será presidida por su esposo el profesor Luis Antonio Castillo Barsallo y adelantará programas sociales relacionados con la niñez desamparada, adultos mayores, población desplazada y otros temas, haciendo énfasis en un capítulo relacionado con la prevención de cáncer de útero, por medio de conferencias, asistencia social y ayuda terapéutica. Cualquier información adicional que deseen tener favor dirigir sus comunicaciones al correo: renaceryvida@gmail.com en donde les daremos respuesta sobre sus inquietudes. Mil gracias a todos ustedes.